¿He dicho que Ani era una pequeña feliz? Es verdad. Pero también es, quizá, un poco exagerado. Es cierto que su vida no era triste, ¡de ninguna manera! Es simplemente que… había cierta melancolía en su mirada.
Para entender cómo era esta melancolía, podrías imaginar a Ani cuando se quedaba sola, al llegar la noche, y contemplaba el cielo, la luna y las estrellas. Si pudieras mirar de cerca sus ojos en ese momento, descubrirías en su brillo una pequeña lágrima que quiere nacer pero no logra brotar. Notarías en sus pupilas como si extrañara algo que no sabría cómo llamar. Como si al contemplar la noche, descubriera un pequeño hueco en su interior, sin saber explicar el por qué.
Así, pues, diremos que Ani era una pequeña alegre y su vida era dichosa… pero a veces se sentía sola. Y eso podía ponerla un poco triste.
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