Esa noche, Ani se durmió un poco más tarde que de costumbre.
Como siempre, se quedó contemplando el cielo. Pero, ¡qué curioso!, esa noche, aquel huequito del que hemos hablado antes, parecía un poco más pequeño.
Emocionada, y sintiéndose menos sola, se fue a dormir con una sonrisa.
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